miércoles, 13 de agosto de 2008

PENSAR LA ARQUITECTURA

EXTRAIDO DE: TEORÍA DE LA ARQUITECTURA EN LA FORMACIÓN CONTÍNUA
AUTOR: BACH. JERÓNIMO FERRAZ LEITE

“El pensar genuino se desplaza y transita por caminos escarpados, sinuosos, sin otra dirección y destino sino el que va trazando en el propio trayecto, en ese “desplazarse” incesante, inquieto.” [1]

¿Cómo transitar esos caminos siendo la arquitectura el eobjeto sobre el cual pensar? Responder este tipo de preguntas es tarea típica de los teóricos. En este “movimiento de las ideas”
[2], en este pensar que “no se acomoda a lo dicho” [3], sino a lo que en la realidad de las cosas se verifica, es que nos tenemos que encontrar al intentar responder preguntas como la planteada. Sólo con el cabal conocimiento de la realidad podemos enfrentarnos a un desafío teórico de tal carácter. Pero, ¿Acaso este tipo de conocimiento existe?
¿Qué tan a menudo, en la vida profesional, en la práctica, o en el proceso de formación académica nos enfrentamos a desafíos de este tipo? Quizás pueda afirmarse que son desafíos que nos debemos fijar por decisión propia, ya que son desafíos típicos del pensar arquitectónico, inherentes a este, y en sí deberían constituir una meta impuesta por nosotros mismos. Entonces, de la anterior afirmación podemos desprender una idea: estos desafíos, aunque aparentemente se hallen ocultos tras la máscara de la rutina intelectual, son resultado de muestro interés por atender las imposiciones (por cierto: obligatoriamente atendibles) de la mismísima realidad. Realidad sobre la cual deberíamos conocer “el todo”, y sobre la que todo lo que sabemos es “nada”
[4]. Quizás lo que sucede es que luego de realizar un profundo análisis de la realidad, sólo obtenemos un impreciso concepto de ella. Pues, “pensar (el concepto) como universal equivale a pensarlo, al mismo tiempo, como particular y como singular; es decir, pensar el sistema completo de conceptos distintos” [5].
Volvamos al principio, a oponernos a la rigidez de la erudición, porque es precario el conocimiento de la realidad que poseemos, casi nulo. Y con ese paupérrimo conocimiento, con esa caracterización (inevitablemente subjetiva) de la realidad que proviene del laborioso análisis de la misma, nos ponemos a trabajar.
Trabajar significa poner en práctica ese pensamiento y manifestarlo a través de un proyecto (que podrá ser sólo un proyecto, o terminar siendo un hecho arquitectónico), en esto ha de derivar aquella realidad, en nada menos que otra realidad, que debe ser, en cierta medida, equivalente. Lo que resulta de nuestra interpretación de la realidad debe tener coincidencias con la realidad misma.
“Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado, está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos”
[6]. Lo que hacemos, lo que construimos, lo que creamos, con las manos y con el cerebro, todo es resultado de teorizar sobre lo que somos, lo que hacemos, lo que construimos, lo que creamos, con las manos y con el cerebro. No somos inocentes, ni culpables, pero somos ambas cosas, debemos pues, tomar conciencia de ello, porque los que proponemos soluciones a problemas de la realidad, constituimos en otro plano un problema.
Los que nos dedicamos a acondicionar espacios para que seres de nuestra especie, de otras, y nosotros mismos realicemos actividades inherentes al habitar, debemos tomar conciencia de la realidad de la que somos partícipes. Debemos teorizar sobre el habitar de las especies, sobre los materiales de construcción, sobre las proporciones y dimensiones de los espacios que proponemos para ese modo de habitar. Lo hacemos, desde luego que si. Aunque sea intuitivamente, ese paso siempre lo damos, porque así debe ser. Tal vez de manera intuitiva, natural. Quizás lo consideremos un paso y nada más, pero es inevitable. ¿Por qué? porque sin pensar, sin teorizar, no podríamos nunca resolver tales problemas.
Algunas personas dedicadas a la arquitectura todavía dudan del sentido de la teoría, la consideran un simple renglón de un plan de estudios impreso en una hoja tamaño “oficio”, de esas que detallan el régimen de previaturas de la carrera y se les dan a los estudiantes al ingresar a la facultad. Es “la que te tranca para hacer Taller”, pero estas personas deberían preguntarse ¿por qué es que Teoría es previa de Taller?
[7] Sugiero la cita a pie de página como una posible respuesta a esta pregunta.


[1] Hegel, G.W.F. “Proemio”, en: Lecciones sobre Platón. Editorial Quadrata. Buenos Aires. 2006.
[2] Hegel, G.W.F. “Una caracterización del pensamiento hegeliano”, en: Lecciones sobre Platón. Editorial Quadrata. Buenos Aires. 2006. (el autor habla sobre el “Bewegung”, es decir: sobre el movimiento de las ideas, y afirma que este “se opone a la rigidez mortuoria de la erudición”, y además “enlaza, captura, subvierte, resignifica”.
[3] Hegel, G.W.F. “Proemio”, en: Lecciones sobre Platón. Editorial Quadrata. Buenos Aires. 2006.
[4] “En realidad sabemos nada de nada. La opinión es sólo afluencia de figuras”. Citado de: “fragmentos de moral” de: Demócrito de Abdera (460 – 370 a.C.), en: 2000 pensamientos de grandes filósofos. Proverbios frases y adagios. Recopilación de Martín Alvarado Rivera. Editorial Diana, México, 1995. (primera edición: julio de 1988)
[5] Croce, Benedetto (1866 – 1952): notable filósofo e historiador, fue político en algunas épocas (de Giolitti y de Badoglio) y acérrimo enemigo del fascismo. “La lógica como ciencia del concepto puro”, II, -1.
[6] Dhamapada, pensador del budismo (sistema que busca adquirir sabiduría para lograr liberarse de la cadena perpetua de la reencarnación).
[7] “Toda arquitectura se basa en principios teóricos...” Extraído de: ”Introducción” en: Historia de la Teoría de la Arquitectura, dos tomos, Alianza Editorial, Madrid, 1990. (Publicada originalmente en 1985), de: Kruft, Hanno Walter.

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